Escrito por Zinnia Muñoz
Aprendimos a ver la autoridad más que con respeto con temor, con terror a veces y unas muy pocas con admiración o cariño.
Nuestras relaciones se construyeron en la verticalidad de la vida, quien sabía tenía poder, el cual podía ejercer sobre quienes no lo tenían, y estos estaban condenados a este círculo, del que alguna que otra vez conseguían salirse abordando el conocimiento, el estatus o el nivel para hacer lo mismo que sus antecesores.
El poder, ejercido con fuerza en la mayoría de veces, otras pocas con la razón y mínimamente con el afecto. Casi siempre por la fuerza, una fuerza que esconde miedos, inseguridades, recelos, rabia...
Y recuerdo tantos profesores que le cachan a este esquema: el de violín que me hacía llorar en cada clase a los 8 años, el de gramática que parecía un nazi, la bruja de inglés, el de natación que solo sabía gritar, la de matemáticas que cortaba el aire con su presencia, el de ética pelética peluda que era de lo más deshonesto y hacía con las notas lo que se le daba...
Mi padre fue docente universitario toda la vida, al igual que mis tíos, así que crecí en medio de profesores. Aprendí que antes que nada, antes que todo, son seres humanos con todo lo que eso conlleva; que no son ni más ni menos, que cuando enseñan con gusto lo que saben uno realmente aprende, que están en su proceso, como todos.
Pero a pesar de eso siempre sentí terror en las evaluciones, especialmente las orales, en las que no había opción de borrar, de revisar de repetir. Pero en este caso se abre una ruta de doble vía, por un lado está el profesor, por otro está uno... Uno con todos sus miedos, inseguridades, falta de autoestima, falta de estudio y miedo al error.
Y ese es otro de los puntos claves. Hemos aprendido a mirar tan mal el error! Tememos equivocarnos por miedo a la burla, al ridículo, por el qué dirán de los demás, por sentirnos inferiores o incapaces; pero al final de cuentas nada de esto debe ser la realidad, la realidad está en nuestra cabeza y nosotros creamos la realidad que deseamos. El error es primero que todo, eso, un error, un paso en el camino, un "estoy aprendiendo" y "no me las sé todas", es encontrar fallas y un mecanismo para superarlas.
Hasta hace poco sentía mucho miedo en los exámenes. Mala cosa, porque entre más nervioso esté uno, más mete la pata. Pero eso ha ido cambiando hasta el punto en el que estoy hoy. En las clases tengo que tocar o solfear o cantar algo todo el tiempo. No puedo decir que todo está superado, hay algunas cosas que particularmente aun me molestan mucho, pero en general, estoy pasando por una placentera etapa de aprendizaje descarado.
Tal y como suena, descarado, desfachatado. Que si estudiaron, sí, no nooo? pues no, no estudié, ni modos, no tuve tiempo. Que si me equivoco, pues sí, no lo he estudiado lo suficiente y soy la primera en reírme, que si me va mal en un examen pues sí, y? a estudiar y ya. Que el profesor es malgenietas... me lo aguanto, no me lo aguanto, ¡no me lo aguanto! cancelo la materia. Que hago recocha en clase (sin interrumpir el proceso de los demás, eso sí, hay que respetar), que le tomo del pelo a los profesores, que me río de todo lo que puedo comenzando por mí. Que si no entiendo digo "no, no entendí", sin pena ni gloria.
Temerle al profesor? Qué tontería, cómo hace uno para aprender si tiene miedo? Aprender por miedo? No, luego se olvida. Aguantarse el maltrato de un profesor? Noo, no vale la pena, que vaya al psicólogo y vuelva luego a enseñar.
Nada como aprender de alguien que hace las cosas con gusto, con pasión, con amor, con humor.
Nada como aprender sin miedos, sin temer al otro, ni a uno mismo.
Nada como aprender en confianza, sabiéndose en proceso y aprendiendo del error.
Así, descaradamente.
Publicado en biosferadefamilia.blogspot.com.co
Wow! Como anillo al dedo tu escrito. Super bueno. No quiero que mis hijos se eduquen con miedos y que le tengan rabia al aprender por eso quiero ser home schooling mom.
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